Vida sana desde edad temprana

Por Christy Tabares

Cualquier persona que tenga niños pueden relacionarse con la imagen de una Madre o un Padre haciendo ruidos con una cuchara en la cocina para aterrizar el avión en la boca de su niño pequeño. La mayoría de los padres recurren a estas medidas drásticas (y tontas) para evitar un “berrinche” a la hora de comer (tanto para los niños como para los padres), y hacer que los alimentos sean emocionantes para los niños.

Llevar una vida sana implica tantas responsabilidades como llevar mejor calidad de vida. La verdad es que existen muchas implicaciones en ella, una de ellas es la nutrición. Cuando se habla de una buena nutrición se refiere a combinación de alimentos de forma balanceada. La alimentación balanceada se puede adquirir desde temprana edad.

 

Estimular el consumo de diversas hortalizas, proteínas, carbohidratos sanos y evitando azucares desde temprana edad crea buenos hábitos de conducta y alimenticios. El inducir diferentes tipos de comidas y presentarlas de forma divertida ayuda a que los niños acepten comer con facilidad alimentos necesarios para su organismo.

Comer bien le da a tu pequeño la energía que necesita para crecer y aprender. Le ayudará a mantenerse sano, a mantener un peso saludable y establecer hábitos alimenticios sanos para toda su vida. Estas son algunas formas de hacer que los alimentos nutritivos sean lo que tu hijo prefiera comer:

Involucra a tu hijo

Una forma excelente de lograr que a tu hijito le guste comer bien es involucrarlo en las decisiones alimenticias de la familia. Es demasiado pequeño para ayudarte a desarrollar menús, por supuesto, pero probablemente le encantaría ir al supermercado contigo.

Haz que la hora de las comidas y los refrigerios sea divertida

Existen mil formas de elaborar y presentar los platos para que a los niños les resulten más apetecibles. Pídele a tu hijo que te ayude a ponerle los ingredientes a la pizza o el queso rallado a algún otro platillo. Coloca palitos de zanahoria, tomatitos pequeños y rebanadas de pimiento en su plato de manera que formen una cara. Haz panqueques en la forma de sus iniciales o corta el pan tostado en forma de corazón.

 

Vayan al lugar de origen

Lleva a tu pequeño a un huerto, a una granja donde cultiven las frutas o a una fábrica de queso o leche para que vea de dónde viene la comida que pones en su plato.

Sé exigente respecto a los jugos

Los jugos de frutas cuentan como parte de la ingestión diaria de frutas de tu hijo, pero ten cuidado respecto a qué clase y qué cantidad de jugos le ofreces. Sírvele solamente jugo que sea 100% jugo de frutas o de frutas y verduras combinadas (estos están llenos de nutrientes y contienen menos azúcar natural que muchos jugos de frutas). A algunos niños incluso les gustan los jugos de verduras solas.

Enriquece, pero no engañes

Podrías tratar de incorporar alimentos saludables en platillos que sabes que le gustan a tu pequeño, pero no se lo ocultes, aunque ahora no se dé cuenta, podría sentirse traicionado cuando se entere más adelante.

Da un buen ejemplo

Al considerar todas las formas en las que puedes hacer que tu hijo coma bien, recuerda enseñarle con tu ejemplo. Si tu hijo te ve comiendo montones de comida chatarra o dejar de comer, no puedes esperar que coma adecuadamente. Haz un esfuerzo por comer granos enteros, frutas y verduras, y tanto tú como tu hijo se beneficiarán.

 

Recuerda, los hábitos alimentarios se aprenden en la familia, y la clave está en la variedad, que la comida no sea monótona, para lo cual hay que darle vida, color, e ingeniárselas para que los chicos vean preparaciones diferentes.

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