¿Por qué está aumentando la miopía en los niños?

La creciente incidencia de la miopía

está relacionada con los cambios

en el comportamiento de los

niños, en especial con el poco

tiempo que pasan al aire libre y la frecuencia

con la que miran pantallas en el interior en

vez de disfrutar de actividades iluminadas por

la luz del día. Atrás quedaron los días en que

la mayoría de los niños jugaban al aire libre

entre el final de la jornada escolar y la hora

de la cena, y la pandemia devastadora del año pasado puede estar

empeorando las cosas.

La propensión a la miopía está determinada por la genética y el

entorno. Los niños con uno o ambos padres miopes tienen más

probabilidades de serlo; sin embargo, aunque los genes tardan

muchos siglos en cambiar, la prevalencia de la miopía en Estados

Unidos ha pasado del 25 por ciento a principios de los años 70 a casi

el 42 por ciento solo tres décadas después. El aumento de la miopía

no se limita a los países altamente desarrollados. La Organización

Mundial de la Salud calcula que la mitad de la población mundial

podría ser miope para 2050.

Como los genes no cambian con tanta rapidez, los expertos creen

que la causa probable de este aumento de la miopía son los factores

ambientales, en especial la menor exposición de los niños a la luz

exterior.

Investigaciones recientes sugieren que los meses de confinamiento

provocado por la covid pueden estar acelerando la progresión

silenciosa de la miopía entre los niños pequeños. Un estudio

canadiense que analizó la actividad física de los niños, el tiempo al

aire libre, el tiempo frente a la pantalla y el uso

de las redes sociales durante el confinamiento

por covid a principios de 2020 reveló que los

niños de 8 años pasaban un promedio de

más de cinco horas al día frente a las pantallas

dedicadas al entretenimiento, además del

tiempo frente a la pantalla necesario para las

tareas escolares.

Neil M. Bressler, oftalmólogo afiliado a

las Instituciones Médicas Johns Hopkins,

afirma que la elevada intensidad de la luz exterior influye de manera

importante en la forma del ojo, lo que a su vez afecta a la posibilidad

de ver las imágenes con claridad.

La preocupación por el aumento de la prevalencia de la miopía va

más allá de la creciente necesidad de utilizar gafas, lentes de contacto

o, para quienes lo deseen y puedan costearlo, tratamiento con láser

para redirigir las imágenes cambiando la forma de la córnea. En

general, las personas con miopía son más propensas a desarrollar

complicaciones que amenazan la vista más adelante como cataratas,

glaucoma y degeneración de la mácula, el centro de la retina.

Si la afección se vuelve extrema, señaló Bressler, “puede ser difícil

de corregir”. El ojo se estira, la retina puede extenderse y formar tejido

cicatricial y el gel del centro del ojo puede quedarse pegado a los

lados de este, provocando desgarros o desprendimientos de retina,

explicó.

“La pandemia ha echado leña al fuego”, comentó Bressler, “pero

aún no tenemos un tratamiento”. Actualmente, la prevención más

eficaz tal vez sea que los niños pequeños pasen menos

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