Baloncesto: Enseñando autoconfianza a los niños

Por: Luis Párraga Sánchez
Como todos los deportes, la práctica en los niños es importante para el desarrollo físico y sicológico de los más pequeños.
En el caso del baloncesto, el deporte de las alturas colabora enormemente en el desarrollo de valores personales y sociales como: compromiso, perseverancia, responsabilidades individuales dentro del grupo, trabajo en equipo, respeto a las normas y muchas otras cosas que harán de los chiquilines una persona de bien.
En el aspecto sicológico, el basket fomenta desarrollo cognitivo, percepción de control, autoconfianza y autocontrol.
En el caso de la autoconfianza, esta se alcanza con la práctica de la disciplina. Un jugador con autoconfianza conoce sus posibilidades y por ende sabe cuáles son las conductas propias que debe emplear para que las posibilidades sean reales.
Igualmente conoce muy bien cuáles son las dificultades que podrían conseguirle conseguir un objetivo, por lo que puede utilizar la conducta adecuada para neutralizar estas dificultades.
El desarrollo de la autoconfianza es muy importante en el proceso formativo del jugador como atleta y como persona.
La influencia del entrenador
Como en cualquier actividad deportiva que realizan los niños, el entrenador es la figura más importante. La influencia de esta persona influye decisivamente en el desarrollo de la autoconfianza.
Un entrenador que maltrate a sus jugadores, será una imagen negativa que no permitirá al niño confiar en su capacidad, mientras que el buen entrenador puede convertirse, incluso, en un modelo a seguir por el pequeño.
Es importante que el entrenador sepa hacer llegar el mensaje con los objetivos y ayudar en lo más posibles a los niños a conseguirlos.
Igual de importante es el rol de los padres en estas actividades. Una buena relación coach-papá será mucho más útil para el practicante. Influir de manera positiva entre estas dos importantes figuras en el crecimiento del niño mejorará su rendimiento en la disciplina.
Como siempre, les recordamos que a muy temprana edad, el deporte no es más que un acto de recreación, por lo que la competitividad debe hacerse a un lado y dejar que el amor al juego sea mayor que la ambición de ser un ganador… después habrá tiempo de sobra para lograr este objetivo.

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